En una actualidad condicionada por una situación tan especial como posiblemente límite, existen personas que insisten en parecer formar parte de otro paralelo, quizás de ese habitado por los dioses, llamado Olimpo. El egoismo quizás les haga creer que la garantía de éxito, el terrenal y a corto plazo, es anteponer su condición a pesar del juicio de la mayoría.Mientras el poder se encuentre en manos de esa oligarquía, posible y dependiente del poder adquisitivo y/o económico, parámetro que rige este dichoso mundo, tendremos que seguir soportando estos brotes despóticos de esos ignorantes, idiotas, incluso psicópatas de culo apretado y calzoncillo largo.Víctor Pérez © 2021
- Víctor Pérez / Ilustrador
La ambición desmedida por el poder ha sido una constante a lo largo de la historia, manifestándose en líderes y gobernantes que, cegados por su afán de control, se aferran a sus cargos sin importar las consecuencias. El poder, que debería ser un instrumento para el servicio y bienestar de las sociedades, en manos de algunos se transforma en una obsesión personal, alimentada por el ego y la incapacidad de reconocer que su ciclo ha terminado.En el terreno político, esto se hace evidente cuando un líder, enfrentado a la posibilidad de perder su mandato, recurre a artimañas para evitar su salida. Estas estrategias van desde la manipulación de instituciones, la desinformación, hasta la siembra del miedo en la población. No es raro ver cómo aquellos que no pueden admitir una derrota en las urnas deslegitiman el proceso electoral, desacreditan a sus oponentes y buscan extender su influencia de maneras antidemocráticas. FACKE (!!)